jueves, 11 de febrero de 2010

Gómez Mont en 3 lecciones


Era una tarde de 1990 y yo me encontraba tomando clase de derecho penal con el profesor y abogado Fernando Gómez Mont. El curso pasaba por el tema de delitos contra la vida y la clase de ese día era sobre el aborto.

Gómez Mont inició preguntando directamente: “¿Quién de ustedes está en contra del aborto?” Algunos compañeros intentaron aclarar a qué tipo de aborto se refería y especificar los casos, pero él no permitió matizar con detalles antes de conocer la postura básica de cada uno: “Ya hablaremos de la clasificación y pondremos ejemplos, pero antes quiero saber, hablando del aborto en general ¿quién de ustedes está en contra?”

El grupo reaccionó con cautela, porque era imposible saber si él tenía una expectativa, o cuál era la postura con la que él coincidiría, si es que había alguna.

Yo, que estaba sentado en la fila de adelante, levanté la mano. Gómez Mont me miró y luego, lentamente, fue revisando el resto del salón. Finalmente se dirigió a mí: “¿Sólo usted, compañero?” Al volver la vista hacia atrás me di cuenta de que era el único que había levantado la mano; casi me arrepentí, y vi venir lo que seguramente serían 2 horas de un complicado y acalorado debate de uno contra todos, o para ser más gráfico, de todos contra uno.

El profesor volteó a ver de nuevo al grupo y otra vez a mí, y luego con voz tan serena como firme agregó: “Entonces sólo somos dos”.

A continuación protagonizó una de las cátedras más sólidas que he escuchado acerca de la vida, la persona, la ley y la función del Derecho, basándose en principios filosóficos que casi naturalmente se convertían en principios lógicos, y que casi naturalmente se transformaban en enunciados jurídicos incuestionables incluso por los adversarios del día, que no eran pocos ni poco aguerridos.

Ese día aprendí de derecho penal, del derecho a la vida y de la justicia, pero también aprendí 3 lecciones sobre Fernando Gómez Mont:

1. Que es un hombre de ideas, valores y convicciones.

2. Que no tiene reparo alguno en anunciarlos, debatirlos y defenderlos públicamente.

3. Que tiene una gran facilidad para sostenerlos con fundamentos, razonamientos y principios más que sólidos.

¡Qué debate el que se pierde México con su decisión de guardar los motivos!


1 comentario:

  1. Luis Gerardo Servin12 de febrero de 2010, 8:04

    Rafa, extraordinaria columna, es ver el otro lado de la moneda. Muchas gracias.

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