lunes, 13 de julio de 2009

¡¿Que protejamos qué?!

Cuando va disminuyendo la cascada de noticias electorales y postelectorales, de pronto la delincuencia, que lleva tantos años ya instalada por todo el país, asoma su rostro atemorizante y nos muestra con terrible elocuencia que está tan activa, tan presente y tan cruel como lo ha estado desde hace ya demasiado tiempo.

Tantos casos tan terribles y en tan pocos días: lo de los Le Baron en Chihuahua, el secuestro con el rescate fallido en el Distrito Federal, la balacera en Morelia, con vecinos huyendo asustados de sus propias casas en medio de la madrugada; la persecución y balacera en la autopista México-Puebla; la cifra de más de 3,000 ejecutados en el país en lo que va de este año…

La batalla por la seguridad cada vez se asume con un mayor involucramiento por parte de los ciudadanos; sin embargo queda claro que se trata de un deber esencial e inexcusable de las autoridades de los distintos órdenes de gobierno. A pesar de todos sus errores y todas sus carencias se debe mantener y reforzar la convicción de que las distintas autoridades, en sus diversas funciones de prevención, combate y persecución del crimen, tienen la posibilidad de realizar acciones que, si son adecuadas, pueden ayudar a reducir los daños que se sufren a causa de los delincuentes y sus actividades.

Pero para que esto suceda las acciones de combate al crimen deben ser
–cuando menos– estratégicas, inteligentes y eficientes. El que sean estratégicas implica que se realicen con una visión integral, como parte de la definición de un conjunto de acciones que se refuercen ente sí, evitando los esfuerzos aislados y en consistencia con un planteamiento a largo plazo. El que sean inteligentes significa que se implementen como resultado de ejercicios de análisis y decisión profundos y rigurosos, en oposición a ocurrencias e improvisaciones sin sentido; el que sean eficientes se refiere a que generen el impacto y los resultados esperados, en la mayor medida en que sea factible.

¿Pero cómo tener esperanza en que la situación de la inseguridad mejorará si lo que observamos es justamente lo contrario, si cotidianamente contemplamos esfuerzos que evidentemente ni corresponden a una estrategia, ni muestran inteligencia alguna, ni pueden dar resultados siquiera cercanos a los necesarios?

Quisiera carecer de muestras de esta realidad, pero, al igual que todos, desafortunadamente tengo bastantes. Elijo un ejemplo para comentar. Hace algunos días me encontré con un gran número de letreros color amarillo fosforescente, colocados en postes y camellones, con una sola frase: “Protejamos nuestro aeropuerto”, y debajo un número telefónico. ¿Protejamos nuestro aeropuerto? La frase sonaba a rebelión contra algún intento privatizador y no dejaba de causarme intriga. “Protejamos nuestras pirámides” se entiende; o “protejamos nuestras tradiciones”. Pero, ¿”protejamos nuestro aeropuerto”?

Por curiosidad marqué el número telefónico que ahí aparecía, y lo primero que noté fue que ya lo tenía registrado… como el número al que se debe llamar para denunciar casos de extorsión telefónica. Pensé que tal vez se trataba de lo mismo, de un programa de combate a estas actividades, pues sería sumamente ineficiente que utilizaran una misma línea para atender situaciones distintas. Luego, alguien contestó la llamada.

– ¿Buenas tardes?
– Buenas tardes. Disculpe, ¿a qué se refieren los letreros que dicen “protejamos nuestro aeropuerto”?
– ¿Perdón?
– ¿A qué se refieren los letreros que dicen que hay que proteger el aeropuerto?
– ¿Dónde los vio, estos letreros?
– En el Viaducto.
– ¿A qué altura?
– Cerca de la colonia Doctores.
– Ah, mire: si usted es víctima de algún delito, o si ve que se está cometiendo un delito en el aeropuerto, puede marcar para informar esto.
– Es un teléfono de denuncia.
– Sí, aquí puede usted denunciar todo tipo de delitos o irregularidades. Cualquier tipo de irregularidad. Por ejemplo, también si ve que falta alguna coladera o algo así, aquí lo puede denunciar.
– Entonces es para informar de cualquier situación negativa que se observe en el aeropuerto.
– Sí, o en otro lugar. También puede informar aquí de cualquier cosa que vea, algún bache, cualquier cosa que observe, sin que tenga que ser en el aeropuerto, sino en cualquier punto de la ciudad.

Qué ganas de tener elementos para la esperanza… y qué frustrante constatar cómo se realizan estos esfuerzos totalmente descoordinados, dispersos, carentes de un sentido definido; caracterizados por la ambigüedad, la improvisación y el desorden. Lo dicho antes: nada de inteligencia, nada de eficiencia, nada de estrategia.

Qué ganas de no tener tantos botones de muestra que nos hagan constatar lo lamentable de esta realidad. Que lamentable que sean las propias autoridades y sus acciones, los propios botones de muestra de su muy transparente ineficiencia.


Correo electrónico: rafael@gonzalez.com.mx

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