jueves, 21 de mayo de 2009

Usted y su crisis





A Charlotte, salvación y esperanza diaria





Que estamos en crisis, ni quien lo dude. Y como estamos en crisis –en macrocrisis–, por todos lados se escuchan medidas que gobiernos, instituciones financieras y organismos internacionales implementarán para que logremos, como gran comunidad global, salir adelante.

Pero ¿qué pasa con los efectos que esta situación económica tiene, ya hablando en lo personal, en la realidad de cada persona? Las medidas institucionales que se han diseñado pueden ser las más adecuadas o no, pueden ayudar a la recuperación de las finanzas mundiales o no, pero en lo individual ¿cómo le corresponde reaccionar frente a esta situación a cada quién, a cada uno de nosotros? ¿Hay algo que podamos hacer para salir adelante, para evitar que nuestras finanzas se colapsen? ¿O debemos limitarnos a ver cómo se las arreglan las grandes instituciones, a ver si de verdad nos ayudan a superar el problema?

La crisis cambia de status cuando le afecta a uno, cuando se hace presente en la cartera, o en el estado de cuenta, o en las perspectivas de una persona real, con nombre y apellido; entonces deja de ser una “situación global” para convertirse en un problema personal, familiar. Cuando a un padre de familia o al profesionista o al dueño de un negocio le dejan de salir las cuentas, deja de ser una “recesión generalizada” y se convierte en un obstáculo real, palpable. Cuando los proyectos dejan de ser viables, cuando se debe cambiar la forma de vida y renunciar a algún bien o a alguna oportunidad, la situación deja de ser una “desaceleración en el consumo” para convertirse en algo tangible, que se siente en la piel, que tiene sabor, y que se lleva la tranquilidad.

Así, debemos abandonar la postura del proverbial chino observador y preguntarnos: ¿qué hago yo? ¿Hay algo que esté en mis manos para salir bien librado de esta? Por supuesto no podría sugerir una fórmula mágica que a todo mundo sirva, ni es el objetivo de este espacio dar consejos generales sobre finanzas domésticas. Esta colaboración es sobre salir adelante, es acerca de sobrevivir, y en ese sentido la historia de la supervivencia humana nos aporta algunas nociones que el día de hoy, como están las cosas, nos pueden resultar de gran utilidad.

3 principios a tomar en cuenta:

1. Somos supervivientes. Lo primero que nos enseña la historia del hombre es que esta raza, la humana, tiene una increíble determinación a superar los retos que le plantea el entorno. Usted y yo estamos vivos hoy porque nuestra especie ha podido superar glaciaciones (¡más de 10!) y graves epidemias que la han puesto en riesgo. Estamos aquí, a diferencia de seres mucho más grandes y fuertes que nosotros. Competimos como especie con depredadores salvajes, con tigres “dientes de sable” y otros bichos igual de feroces, pero aquí estamos y ellos no. Esta voluntad de salir adelante nos conduce al segundo principio.

2. La actitud cuenta. El optimismo disposicional –una actitud mental positiva– mejora las posibilidades de supervivencia y tiene un efecto protector. Esto no está tomado de algún manual de autoayuda, sino que es sostenido por el doctor David Spain, quien durante años ha estado a cargo del departamento de trauma y cuidados críticos del Centro Médico de Stanford, y quien incluso muestra estudios científicos que así lo demuestran. Y lo contrario: quien se deja vencer actitudinalmente ha perdido también en todo lo demás. Otro científico, el profesor Christian Hart, quien investiga accidentes de paracaídas, cree que bajo presión extrema emergen dos tipos de personalidades: la primera es la que sigue intentando resolver los problemas, no importa qué suceda. La segunda se rinde rápidamente, es la que tienen quienes se resignan y se dejan vencer frente a las circunstancias. Esto nos conduce al tercer principio.

3. Actuar cuenta. Las adversidades a las que nos enfrentamos, con frecuencia tienen su origen en factores que van más allá de nosotros, como sucede con la crisis actual. Sin embargo reaccionar adecuadamente, hacer lo que hay que hacer en nuestro espacio de acción e influencia, sí está en nuestras manos y siempre –en alguna medida– cuenta. Los factores externos se combinan con las conductas individuales y en conjunto generan un resultado. Los especialistas en supervivencia en desastres hablan de la teoría 10-80-10. En una situación inesperada el 10% de las personas hace exactamente lo que no debería: se comportan de una forma inadecuada y en muchas ocasiones incluso contraproducente, haciendo la situación peor. Otro 10% reacciona bien y maneja la emergencia adecuadamente, con cierta calma y en un buen estado mental. Pero el 80% restante merece especial atención: se trata de la enorme mayoría de personas que, al verse en una situación negativa e inesperada, simplemente no hacen nada. Se quedan inmóviles, impactadas por la nueva realidad en que se encuentran, y caen en un estado de peligrosa, peligrosísima pasividad.

Los expertos definen a un superviviente como “cualquiera que enfrenta y supera la adversidad y las situaciones difíciles”; y el primer principio que proponen es que cualquiera puede ser un superviviente.

Sobrevivamos esta y las que vengan. Buena suerte.



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